El 11 de mayo, el día 40 contando desde el día de resurrección, se realizó el culto del día de ascensión en la gracia de Dios, en medio de la fresca naturaleza llena de rayos de sol de primavera.

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En el día de ascensión se conmemora la ascensión de Jesús en el monte de los Olivos después de enseñar la verdad a sus discípulos durante 40 días desde su resurrección. Esto se originó con el siguiente evento: el día 40 después que los israelitas cruzaron el Mar Rojo después del Éxodo, acamparon frente al monte Sinaí, y Moisés subió a Dios (Éx. 19:1-3, Hch. 1:3-9).

La Madre dio gracias al Padre por permitir a sus hijos guardar la sagrada fi esta en la hermosa naturaleza, y tener esperanza en el cielo. La Madre oró para que sus hijos se conviertan completamente en hermosos hijos celestiales con madurez y fe, y para que prediquen a todas las naciones, grabando en sus corazones la misión mundial que Cristo nos ha encomendado.

El Primer Pastor Joo Cheol Kim explicó la historia y el significado del día de ascensión, sobre el cual se preparó la base para la evangelización mundial, y deseó que los miembros comprendan la divinidad de Dios Padre y Dios Madre por medio de la naturaleza que Dios creó. Les recordó el último mandamiento que Jesús dio a sus discípulos justo antes de ascender: “Me seréis testigos en Samaria, y hasta lo último de la tierra”, y les pidió: “Comprendamos la misión de ‘testigos’ que corrigen la falsedad y revelan la verdad, para ser testigos de Dios Elohim y dar testimonio del Padre y la Madre, los Salvadores de la época del Espíritu Santo, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Ro. 1:18-20, Lc. 24:46-53, Hch. 1:6-9).

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Después del culto, la Madre iluminó a sus hijos para recordarles el glorioso cielo por medio de la naturaleza divina, emitiendo la vitalidad de la fresca estación, y les pidió que prediquen a muchas personas las noticias del reino celestial en donde el gozo y la vida duran para siempre.

Los miembros guardaron el día de ascensión con gozo, promoviendo la unidad en la hermosa naturaleza, y pidieron seriamente la lluvia tardía del Espíritu Santo participando en los cultos de la Semana de Oración para el Día de Pentecostés, que duró diez días desde esa noche.