ⓒ 2006 WATV
Los hermanos de Sao Paulo y yo tenemos una gran esperanza: esparcir la semilla del nuevo pacto en este enorme campo brasileño, y que a través de ello, las almas que duermen profundamente puedan despertar cuanto antes y mirar al cielo y percibir el brillo de amor de nuestra Madre.
Brasil, país con pasión por el fútbol y la samba. Actualmente, muchas misiones en el mundo están haciendo muchos esfuerzos en Brasil, por lo que este país se está convirtiendo en una gran zona de evangelización. En medio de todo esto, están las almas que ansían la verdad en medio de las tinieblas de Brasil.
Fui enviado al comienzo del año 2005 como misionero a esta tierra, donde tantas almas que duermen profundamente esperan ansiosamente la verdad. Ha pasado casi un año. Todos los días he tenido nuevas e intensas experiencias. Estoy viviendo realmente una vida bendecida por Dios.
A pesar de que aún me faltan muchas cosas para llegar a ser un gran ministro, agradezco a Dios por haberme dado una oportunidad de participar en la profecía. Agradezco a nuestro Padre y a nuestra Madre por haberme dado fuerzas a través del Espíritu, y haberme hecho sentir y entender que nuestro evangelio es el verdadero evangelio.
Brasil, país donde gentes de todo el mundo se reúnenBrasil, por tener una gran extensión territorial, ha recibido y sigue recibiendo inmigrantes de todas las naciones del mundo; por esta razón, tienen un grupo étnico bastante diversificado, y un alto nivel de mestizaje. Brasil es uno de los pocos países donde viven juntas personas de más de 200 naciones del mundo, personas que viven el día a día para hacer de este lugar una gran nación.
En Brasil, el 90% de las personas que asisten a una iglesia, son católicos. Es uno de los países con mayor índice de población católica en el mundo. Por ser un país de bases católicas, muchas cosas, tanto en la cultura como en sus expresiones, tienen alguna influencia de la Biblia. La gente emplea muchos términos bíblicos en su vida diaria, y esto ha ocasionado un cambio en el significado original de las palabras, mezclando la verdad con la falsedad.
Por ejemplo, la gente piensa que la pascua es una conmemoración de la resurrección de Cristo; por eso, conmemoran ese día comiendo huevos de chocolate que, para ellos, representan la vida. Además, la pascua en Brasil cae entre los meses de marzo y abril, sin una fecha definida, por eso también la gente come huevos de chocolate. En resumen, para los brasileños, la pascua es el día de la resurrección de Cristo, y se conmemora comiendo huevos de chocolate.
Tal vez por la coexistencia de esas conmemoraciones (la samba, el carnaval, la iglesia católica, la iglesia protestante), veo miembros de la iglesia católica y de la protestante, después de sus misas y cultos, bebiendo, cantando y bailando dentro de sus propias iglesias. Al ver estas cosas, las personas que creen que un culto debe ser sagrado, piensan que “no existe una iglesia verdadera”, o peor, que “Dios no existe”. Es por esta razón que muchos de ellos terminan convirtiéndose en personas sin religión, es decir, que creen en Dios, pero que no asisten a ninguna iglesia.
Pero a pesar de todo este caos, las almas que durante mucho tiempo estaban bajo la influencia de toda esta arrogancia, hoy reciben con alegría la verdad de Dios. Muchas veces pienso: “¿Cómo debo predicarles la verdad?” “¿Comprenderán la verdad con estas palabras?” “¿Dirán que esta es la verdad que buscaban?” A pesar de estos pensamientos, cuando veo a una persona emocionada con las palabras de Dios, pienso que nada en este mundo puede dejarme más satisfecho.
Nuestro Dios vio el futuro y preparó un profeta 17 años atrásCuando llegué al Brasil, me fue difícil adaptarme a la diferencia de horario, pues hay 12 horas de diferencia con relación a Corea. Al principio fue difícil acostumbrarme a la comida y bebida del lugar, pero a medida que pasaban los días, me fui adaptando poco a poco, naturalmente.
Pero el mayor obstáculo fue el idioma. Incluso cuando salía, no conseguía ir a ningún lugar, pues no conocía nada. Y cuando preguntaba algo, la gente no entendía lo que decía. Por esta gran diferencia en el idioma, muchas veces sentía que iba a explotar por no poder expresarme.
Cuando era joven, trabajé en África; allí aprendí algo de portugués, pero por no haber utilizado el idioma después, acabé olvidando muchas de las cosas que había aprendido. Y vine aquí sin poder traer material de referencia y estudio; por eso, tuve que salir a comprar Biblias en portugués y material de referencia; pero como no sabía portugués, muchas veces tampoco podía salir.
Pero Dios, previendo el futuro, había preparado a una diaconisa y sus dos hijos en Brasil, con quienes pude superar todas las dificultades.
La diaconisa inmigró a Brasil hace 17 años, y hoy administra una tienda de ropa, guardando siempre su fe. Cuando vino a esta tierra extranjera y desconocida, crió a sus hijos adolescentes, guardando las fiestas solemnes sin perder la fe. Los hermanos, hijos de la diaconisa, además del coreano, han aprendido portugués, español (por los países vecinos) e inglés. De esta manera ayudaron a la iglesia.
La diaconisa recibió la verdad en Corea antes de inmigrar al Brasil. Durante estos 17 años, nunca tuvo oportunidad de regresar a Corea.
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Viendo el tiempo pasar en esta tierra, muchas veces quiso volver a su tierra natal, pero nunca pudo hacerlo. Pero hace cinco años pensó: “No es por mi voluntad que estoy aquí, tampoco es por mi voluntad que no pueda salir de aquí; ciertamente mi vida en Brasil debe de tener algún significado. Creo que voy a predicar el amor de nuestro Padre y nuestra Madre a las personas de este país”. Con este pensamiento, comenzó a predicar la verdad del evangelio a sus vecinos y conocidos.
La iglesia de Brasil comenzó hace cuatro años, y rendíamos culto en la casa de la diaconisa. Al visitar su casa, ella y algunos coreanos rendían culto juntos; cuando yo llegué, fuimos a varios lugares, pues ella tenía muchas personas que me quería presentar. Al momento de presentármelas, decía con mucho orgullo: “Este es un profeta de la Iglesia de Dios de Corea”.
La diaconisa había predicado el amor de Dios a tantas personas, que quedé exhausto después de visitar a tanta gente. Al ver el esfuerzo sin fin y el gran fervor del corazón de la diaconisa, apenas podía contener las lágrimas. Había comenzado a cosechar las semillas que ella había esparcido en esta tierra durante tanto tiempo. En dos meses, diez personas habían recibido a Dios.
Cuando le pido que salgamos juntos a predicar, nunca se niega. A pesar de su edad, que pasa los 60 años, la determinación y el fervor que tiene dentro, es para dejar a cualquiera con la boca abierta.
Sentimientos y emociones el primer día que pronuncié un sermón en portuguésTres meses después de haber llegado a Brasil, pudimos establecer una iglesia, un poco lejos de la comunidad coreana. Al principio, diez coreanos venían al culto.
Pero un día, la iglesia comenzó a llenarse de brasileños.
El primer fruto fue nuestra hermana Marilene. A través de la diaconisa, aprendió las verdades básicas tres años atrás, y así recibió a Dios. Pero en el primer culto que rindió, no pudo entender las reglas de la iglesia relacionadas con el culto, pues todo el culto se rendía en coreano.
A pedido de la diaconisa, comencé a enseñarle el evangelio de nuevo a Marilene. Y ella, viendo todo mi esfuerzo al tratar de predicarle el evangelio sin saber todavía hablar portugués, comenzó a entender de corazón.
Después de enseñarle sobre el Salvador de esta época del Espíritu Santo, Marilene deseaba saber el nombre de ese Salvador. Incluso en su trabajo, abría de vez en cuando la Biblia y mostraba la verdad a sus clientes. Nadie le había enseñado a predicar, pero con un entusiasmo de corazón ya estaba predicando. Y por la sorpresa que le causó el tema del Salvador, muchas veces apenas conseguía trabajar por la emoción que sentía en su corazón.
El día que aprendió a través de la Biblia sobre la Madre celestial Jerusalén, no podía contener las lágrimas. Yo estaba preocupado por la falta de comunicación, pero aunque le mostraba apenas algunos versículos, ella derramaba muchas lágrimas de emoción.
Emocionada con aquellas palabras, decía preocupada: “Me gustaría predicar estas verdades sobre la Madre Jerusalén, pero no sé cómo”.
Una semana antes del primer día de reposo que vendría con su familia, me hizo un pedido: quería un sermón en portugués. Su pedido me tomó desprevenido, pues hasta ese momento solo podía pronunciar sermones en coreano. Durante una semana preparé el sermón, y la noche anterior al día de reposo me amanecí practicándolo, pero aun así me faltaba mucho.
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Por fin llegó el sábado por la mañana. Una hora antes del culto ya había gente tocando la puerta. Era la hermana Marilene, que venía acompañada de ocho miembros de su familia: su esposo Rozan, sus hijos Tiago y Taís, su hermana Julia y el esposo de esta, Aloísio, sus tres sobrinos, hijos de Julia, Joice, Rafaela y Felipe.
La zona en la que vive la hermana Marilene está a unas dos horas de la iglesia, viajando en tren y bus. Llegó a las ocho de la mañana, lo que significa que se despertó a las cinco de la mañana para alistarse y venir a la iglesia.
Sabía que debía hacer mi mayor esfuerzo, pues era el primer culto para las personas de este país, y el primero en portugués. Pero aun así estaba muy nervioso. Al comenzar el culto, dejando todo en las manos de Dios, y llenando el corazón de los brasileños con palabras sobre el amor de la Madre, saludé con amor a todos los que estaban presentes. Y los miembros de la iglesia, llenos del amor de nuestra Madre, saludaban a los hermanos brasileños diciendo: “Deus te abençõe” (Dios te bendiga). De esta manera nuestros hermanos tuvieron un cálido recibimiento.
Terminados los saludos, comenzó el culto. Era la primera vez en mi vida que pronunciaba un sermón sobre el nuevo pacto en portugués. Al comienzo, estaba tan nervioso que mi voz casi no salía.
Mi ropa se empapó de sudor por el nerviosismo, y pensaba que no lo lograría, hasta que miré a Marilene a los ojos.
Sin saber qué hacer en ese momento, solo me miraba, esperando. Tenía que hacer algo, así que oré en silencio. Entonces me dije a mí mismo que haría todo lo posible, sin importar si entendían o no; y comencé a hablar en voz alta. A medida que mi humilde voz comenzaba a alzarse, la actitud de la familia de la hermana también cambiaba. Casi al final del sermón, aquellos rostros desinteresados se iban tornando emocionados.
Aquel día, los ocho miembros de la familia de la hermana Marilene renacieron como hijos de Dios. En ese momento, recordé las palabras de la Madre Jerusalén, el pedido que me hizo antes de enviarme a Brasil: “Haga que los hermanos y hermanas de Brasil se hagan uno con amor”. Comprendí que para salvar un alma, lo más importante no era hablar el idioma del país, ni saber mucho de la Biblia, sino poder transmitir el amor de nuestro Padre y nuestra Madre.
Después de ese día, la hermana Marilene y su familia nunca dejaron de venir a la iglesia para rendir culto, llegando aun más temprano que otros hermanos. Al llegar a la iglesia, tocaban la puerta llamándome por el nombre que adopté aquí en Brasil: José. El esposo y el cuñado de Marilene, conscientes de las bendiciones de Dios, se alistaban de madrugada y traían a toda su familia en su auto. Me emociono cada vez que veo a esa familia venir temprano para ser bendecidos, con los rostros siempre alegres.
Después del primer culto dirigido a los brasileños, ver a esas personas venir cada sábado a los brazos de nuestra Madre era algo sorprendente.
Un tiempo después, la hermana Marilene trajo a su madre Helena a la iglesia. Ella había visto y experimentado la decadencia de la iglesia católica y las protestantes, por lo cual prefería no asistir a ninguna iglesia, a falta de una iglesia verdadera. Después que Helena decidiera no ir a ninguna iglesia, Marilene y sus ocho hermanos nunca lograron convencerla de lo contrario.
Cuando Marilene le pedía venir juntas a Sion, su respuesta era siempre la misma: “Una falsa iglesia más, todas son iguales”. Pero Marilene insistía: “Vamos, esta iglesia es diferente. Sion tiene las verdaderas palabras de Dios. Usted sentirá la presencia de Dios”. Luego de tanta insistencia, la hermana Helena tomó una decisión: “La visitaré una sola vez, y si veo que es la misma cosa, prométeme que nunca más hablarás del asunto”; y así participó de su primer culto en Sion.
En aquel primer culto, la hermana Helena adoptó una postura de desconfianza y resistencia; pero luego del culto logró percibir que la Iglesia de Dios era realmente la iglesia verdadera, y que hacía todo basándose en la Biblia; al final no pudo contener las lágrimas, diciendo que la iglesia a la que asistía su hija era la iglesia verdadera. Así, la hermana recibió a Dios.
La hermana Helena, que durante años había rehusado asistir a una iglesia, por fin encontró la verdadera iglesia. Y otra hermana de Marilene, sorprendida, decía: “Es increíble. ¿Nuestra madre, a la que nadie podía convencer, está frecuentando una iglesia? Esa iglesia debe de tener algo diferente”. Tratando de saber la verdad, terminó convirtiéndose en hija de Dios.
Hoy, la hermana Marilene testifica la verdad sin descansar, con la misma decisión de aquellos días, y está recibiendo mucha bendición predicando el evangelio a su padre y al resto de sus hermanos.
La emoción del primer día que cantamos el cántico nuevoLuego de establecerse la iglesia, y aunque los hermanos ya tenían un mes viniendo al culto, aún no podíamos cantar el cántico nuevo. Los hermanos coreanos, con el libro del cántico nuevo, podían seguir y cantar, pero los hermanos brasileños solo se quedaban observando, pues no existía ningún cántico traducido.
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Pero un hermano que trabajaba en informática, había traducido un cántico nuevo. Este hermano había venido al Brasil cuando tenía tan solo dos años de edad. Viviendo diez años en países vecinos y diecisiete años en Brasil, logró dominar cuatro idiomas. Así tradujo un cántico nuevo que estaba en español.
Era el cántico nuevo “Dios lo bendiga mucho”.
Los hermanos se emocionaron mucho con el cántico nuevo, y no pararon de cantar durante una semana. Los hermanos me pedían una grabación para poder cantar. Cantábamos hasta quedar afónicos.
Aquel sábado quedamos totalmente afónicos. Los hermanos de Brasil, que por primera vez tenían un cántico nuevo en las manos, practicaron ese cántico durante una hora antes del culto. Y en la preparación del culto también cantamos constantemente. En medio del culto también cantamos “Dios lo bendiga mucho”, y nadie podía contener las lágrimas de emoción. Los hermanos presentes no paraban de cantar.
Ese día, de tanta emoción, era casi imposible pronunciar el sermón. Y luego de terminado el culto, todos se reunieron para cantar de nuevo, llamando a los hermanos coreanos para cantar juntos. No nos podíamos negar al pedido de nuestros hermanos; ese sábado realmente quedamos roncos.
El hermano que tradujo el cántico nuevo “Dios lo bendiga mucho”, al ver la emoción de los hermanos, comenzó a traducir un cántico nuevo por semana. Hoy ese hermano, que recibió a Dios a través de la verdad, se está preparando para convertirse en profeta. Gracias a los hermanos brasileños que reciben y cantan un cántico nuevo por semana, la alegría y la alabanza en la Sion de Sao Paulo no se agotan.
Muchos en la Sion de Sao Paulo agradecen profundamente a la diaconisa, a la hermana Marilene y al hermano que está encargado de las traducciones. Tenemos también una hermana que inmigró a Brasil con su familia cuando tenía siete años. Su familia luchó mucho en la vida, en esta tierra. Hoy administra varios comercios de confecciones, y es una joven bastante conocida en el mercado. Ella se esfuerza mucho para cumplir los mandamientos de Dios. Además de administrar sus negocios, es de gran ayuda en la iglesia.
Aparte de ella, tenemos un hermano que era líder de un grupo de samba. Durante una temporada de presentaciones en Corea, acabó descubriendo la verdadera palabra de Dios. Él está en Brasil, renaciendo como profeta. Hace poco volvió para la tierra donde está su grupo de samba, en la Amazonía, en Manaus. Él está llevando el evangelio a las personas de esa región, y trayendo frutos a nuestra iglesia. Se está esforzando y estudiando mucho acerca del nuevo pacto, para que cuando el contrato con el grupo de samba termine, pueda ser un profeta de Dios.
Los hermanos de Sao Paulo y yo tenemos una gran esperanza: esparcir la semilla del nuevo pacto en este enorme campo brasileño, y que a través de ello, las almas que duermen profundamente puedan despertar cuanto antes y mirar al cielo y percibir el brillo de amor de nuestra Madre.
Como Brasil tiene un vasto territorio, visitar a nuestros hermanos se torna bastante difícil; por eso esperamos que Brasil se llene de Siones, para que nuestros hermanos puedan recibir la palabra de la verdad.
Y mientras esperamos que este sueño se realice, nos estamos esforzando en buscar a nuestros hermanos. Porque aún es difícil penetrar con nuestro evangelio en esta vasta tierra, pues aquí están reunidas casi todas las naciones de la tierra. Nos estamos esforzando en predicar el evangelio, pues creemos que “si conseguimos llevar el evangelio a los brasileños, es como si llevásemos el evangelio al mundo”.
Doy gracias a nuestro Dios por haber permitido a este humilde, débil y necio hijo, recorrer este camino bendito, que es llevar el evangelio a la gente del mundo. Doy gracias de todo corazón por haberme permitido andar en este camino.